Creencias
y Convivencias

Una de las diferencias de la construcción del templo franciscano y la parroquia de San Pedro y San Pablo, radica en la sobriedad y austeridad de la orden franciscana en el siglo XVI, a diferencia del siglo XVII, bajo el mando de los jesuitas, quienes dieron lugar a la construcción de la parroquia según los cánones del estilo renacentista y barroco de la iglesia secular diocesana. Ambos edificios conviven en la historia de Zacatlán y han divido unos 100 metros entre sí. En la construcción de la parroquia data de 1641, cuando Juan de Palafox manda para atender a las 33 congregaciones indígenas a su diócesis de Puebla. En tanto, el convento de franciscanos ya había iniciado la construcción de su templo en 1567, por lo que los trabajos en la parroquia y su fachada fueron realizados por los indígenas. No tenían conocimiento en estas técnicas de la arquitectura que provenían de México y de Europa, sin embargo, se las arreglaron para levantar estas obras en Zacatlán y con el paso del tiempo se fueron adaptando los estilos renacentistas y barrocos a la fusión de ambas culturas. La diferencia en el tamaño y los estilos también reflejan la forma de vida y el concepto que las órdenes franciscanas llevaban una vida muy austera, por lo que se puede apreciar una construcción sobria, sin grandes decorados, mientras que la parroquia se detiene en distintivos estilos constructivos basados en la arquitectura morfológica de castillos, propio de corte renacentista.
La portada de la parroquia está orientada al sur, de estilo barroco sobrio con tezontli, una mezcla de la cultura indígena con la europea donde el mestizaje se deja ver dejando un legado histórico de gran belleza. Los indígenas no tenían conocimiento de estos nuevos estilos constructivos, y lo poco que sabían fue replicado en la parroquia bajo la consigna de que su evangelización y labores de profesar la fe católica impactaba desde el viejo continente. La edificación más reciente, presenta unas bases en ladrillo o platerías a cada lado del pórtico principal que da lugar a una serie de columnas simples. Sin embargo, el templo franciscano aún conserva una techumbre sencilla, un cobijo adecuado que protege a sus feligreses en las celebraciones. Cuando se celebran bodas, bautizos y otros festejos (como fiestas patronales de Zacatlán o celebraciones dominicales) donde acude gente de manera abundante, las celebraciones se efectúan en el convento, mientras que para eventos con poca asistencia, se llevan a cabo en la parroquia. Para los fieles de buena fe, parecería no tener significancia, sin embargo, estas diferencias en los templos tienen raíces arraigadas en la arquitectura e historia de ambas construcciones.
La fachada de la parroquia está orientada hacia el sur, lo cual no es solo una decisión arquitectónica sino simbólica, ya que muchas iglesias de la época fueron construidas con una alineación específica en relación con los puntos cardinales, reflejando creencias religiosas y culturales.
La parroquia tiene detalles arquitectónicos que se inspiran en la morfología de los castillos renacentistas. Esta influencia es visible en los elementos de defensa y fortaleza en su diseño, algo inusual en templos religiosos, pero típico de la arquitectura de esa época en Europa.
Aunque la parroquia y el convento franciscano están muy cerca uno del otro, tienen usos diferenciados según la magnitud de las celebraciones. Esta dualidad refleja cómo la comunidad de Zacatlán ha integrado ambos espacios religiosos para responder a diferentes necesidades, creando una dinámica única entre los dos templos.
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